La ciudad es un imán para los turistas por sus restos incaicos, pero también, por sus ancestrales artesanas y sus pozas salineras de los Andes. Situada a 3.350 metros sobre el nivel del mar, al sureste de Perú, Cusco está llena de calles empedradas que invitan a recorrerla, pero que muchas veces ocasionan en el turista mareo y fatiga. Pero la visita a ese centro arqueológico vale la pena y los malestares suelen ser espantados rápido con una taza de mate de coca (té preparado con hojas de coca que funciona como reconstituyente). Los que prefieren evitarse el soroche en su visita al Cusco tienen desde hace pocos años una nueva oferta hotelera en el valle del Urubamba, camino a Machu Picchu, donde los turistas pueden moverse cómodamente a 2.700 metros de altura. A través de este valle corre el río del mismo nombre, en medio de bosques de eucalipto y campos de frutales, con cielos despejado e intenso calor la mayor parte del año.